Historias de la Nueva Era: Vivir a cuerpo de rey
Repasando la librería, he reencontrado esto
que compré hace unos cuatro años en los Encantes, esa especie de top manta que
están básicamente en manos de magrebíes, instaladas en la parte baja del
mercado, donde se amontonan lo mismo un mobiliario completo de estilo
victoriano, que los enseres domésticos de cualquier masía, que pudiera haber
permanecido cerrada durante decenas de años o stocks enteros de comercios
(mercerías, ferreterías, talleres de relojería, cosas de casa, etc), y las más
habituales, de montones de libros de todo tipo, muchos de ellos descuadernados,
bajo las suelas de quienes se internan entre ellos para mirarlos más de cerca;
adquirí uno de estos libros a 1 euro de una edición de "El Periódico"
con las portadas más notables de sus primeros cinco años de vida (de 1978 a
1983). Hoy en día con Internet se puede acceder a la hemeroteca de algún diario
especifico, aunque completas y gratuitas cada vez menos.
Para los antiguos como yo, no deja de
tener su qué, sentir todavía el amarillento papel entre las manos, y claro, no
me pude resistir. Hay bastantes noticias de esos años que me han llamado la
atención y sobre todo, lo mucho que hemos cambiado en esta sociedad desde
entonces. Claro que también me ha sorprendido el reflejo de aquellos días de
falta de libertades, pese a que ya había desaparecido el dictador, y en España
estrenábamos Constitución. Es evidente que vivimos, en estos momentos, una
descarada involución, que nos quiere devolver a aquellas catacumbas.
Desde el año 78 hasta el 83 se repetían
muy a menudo las noticias relacionadas con "el ruido de sables" y una
latente amenaza de golpe militar. Declaraciones golpistas e insumisiones, que
se pasaron por alto, seguramente porque aún vivíamos asustados y descreídos. En
aquel ambiente de amenaza se aprobó la Constitución, y muchas de las leyes, que
ahora nos venden como "transición modélica" o "acuerdo entre
todos los españoles". También se formalizó el olvido de quienes sufrieron
las agresiones de un régimen, dirigido por los padres de muchos de los que
ahora nos mandan, o quieren hacerlo, y lo que es peor, sostenidos por bastantes
de los hijos de aquellos desheredados.
La página, a la que me voy a referir, es
la portada del 4 de octubre de 1981, porque llama mucho la atención lo de
pedirle al entonces príncipe Felipe que "sea otro Juan Carlos", es
decir, se supone que "campechano". El campechano ese, protegido por
los medios de comunicación y los poderes facticos por casi cuarenta años, que
ha aprovechado para amasar una ingente fortuna (mucha de ella conseguida en
tratos con delincuentes, contrabandistas, déspotas y demás ralea por el estilo,
según se cuenta), que ha aprovechado para meter entre sus sabanas a no se sabe cuántas
señoras de clase bien y mal, que se ha dedicado impunemente a asesinar animales
en peligro de extinción, y para que seguir... o si, porque continúa viviendo de
todos nosotros, pero ahora ya sin el paripé de tener que representar a este país
de corruptos (que hay que reconocer que en eso era ideal).
"Que sea otro Juan Carlos" y parece que sí. Cierto que no se le conocen de momento líos de faldas desde que tuvieron a bien concederle el testigo de la corona; pero visto lo que salió a la luz de su aventajado padre, antes de "caer" (si, una vez más), no parece que sorprendiese a mucha gente algo parecido. Por lo demás, reina (que no gobierna) junto a una tal, que se ha "transformado" en una Barbie cuarentona a costa de nuestros dineros. Unos reyes que en realidad son totalmente prescindibles y sin embargo ahí están, viviendo a nuestra costa... "viviendo a cuerpo de rey"
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