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domingo, 30 de julio de 2017

¿A quién le importa?


Primero abarataron el despido y todos, además, pasaron a ser procedentes. También dispusieron como causa de despido procedente, coger más de nueve días de baja médica, pero no me importó porque a mí no me iban a despedir y además nunca cogía la baja.

Luego liberaron a las empresas para que pudiesen despedir libremente (ERE) sin tenerlo que justificar, simplemente si pensaban que en los próximos meses iban a tener menos beneficios, pero a mí no me importó porque mi empresa no iba a hacer un ERE.

Luego, se cargaron los convenios colectivos, dejando que las empresas, previo acuerdo/imposición con sus trabajadores (los directivos también lo son), decidiesen libremente sus condiciones de trabajo.

Luego, dijeron que los españoles habíamos estirado mas el brazo que la manga y que ahora teníamos que pagarlo. Por este motivo subieron los impuestos, pero no me importó porque, aunque yo no había ido de vacaciones en los últimos diez años, tenía un coche de quince años y no me había comprado una casa, tampoco podía hacer nada para remediarlo.

Luego, dijeron que iban a acabar con los liberados sindicales y que, además, los sindicalistas eran los culpables de la crisis de las empresas, pero no me importó porque yo no era un liberado sindical.

Luego, dejaron sin medicina asistencial a los “sin papeles”, pero no me importó porque yo no era un ilegal.

Luego, redujeron hospitales, personal sanitario, gravaron las recetas con un euro… pero no me importó porque yo apenas si me ponía enfermo.

Luego, redujeron “los gastos” en educación y dijeron que la educación pública tenía que ser limitada, pero no me importó porque yo ya no estudiaba.

Luego, redujeron los sueldos a los funcionarios… pero no me importó porque yo no era funcionario.

Luego, colaron en el BOE que se perdía el derecho a los 426 Euros del subsidio para parados de larga duración, mayores de 45 años y otros colectivos, si se salía al extranjero, aunque fuese un día, o añadir otros 12 meses de espera a los ya necesarios, cuando se estaba en espera de ser aprobado ese subsidio, pero a mí no me importó porque yo no era un parado de larga duración.

Luego, redujeron la prestación por desempleo (la que nos descuentan de la nómina, cada mes de nuestra vida laboral), a partir del séptimo mes, porque decían que los trabajadores se acostumbraban a no trabajar (¡que se jodan!). Porque no es que no haya trabajo, es que los 5.500.000 parados no quieren trabajar. Pero a mí no me importó porque yo no estaba en paro.

Luego, liberaron los horarios comerciales, haciendo que pudiesen estar abiertos las 24 horas durante los 365 días del año, pero a mí no me importo porque yo no era empleado de comercio.

Luego, abrieron una web donde los ciudadanos podían poner la foto de quien les diese la gana y acusarlo de ser un activista violento, pero a mí no me importó porque no creía tener enemigos entre mis vecinos.

Luego, calificaron a los ciudadanos del 15-M de Madrid, de “grupos violentos y antisistema”, y pidieron la intervención policial para que los participantes en la “jornada mundial de la juventud” y el Papa, tuviesen unos días felices en Madrid, pero a mí no me importó porque yo ni tan siquiera vivía en Madrid.

Luego, la consejera de interior de Madrid, expedientó a 160 manifestantes por considerarlos instigadores de las protestas ante las medidas económicas del Gobierno, pero a mí no me importó porque yo no había estado.

Luego, el ministro de Justicia dijo que iban a ilegalizar el aborto en el supuesto de malformaciones del feto, pero a mí no me importó porque yo no podía abortar.

Luego, dijeron que los directivos de bancos y cajas de ahorro que íbamos a “salvar” los españoles con nuestro dinero (por lo que íbamos a estar endeudados de por vida), no tenían porque limitar su salario y podrán cobrar lo que ellos quieran, pero a mí no me importó porque yo no era uno de esos directivos.

Luego, unos jornaleros se llevaron comida de dos supermercados para repartirla en comedores comunitarios, y los ministros de Interior y Justicia no perdieron el tiempo y pusieron a policía y fiscalía, a identificar y detener a los “ladrones” en menos de 24 horas, y aunque es verdad que Urdangarin, condenado por robar 7.000.000 de Euros, sigue viviendo en el extranjero, con escolta que pagamos todos, y de vacaciones con su familia en EEUU, a mi no me importó porque yo no era uno de esos jornaleros.

Luego, iban apareciendo cada día más casos de saqueo de los dineros de las arcas públicas, y trapicheos de tramas mafiosas organizadas por el partido que gobernaba y, aunque los detenían y juzgaban, pasaban solo unos meses en la cárcel y salían sin haber devuelto un euro, pero a mí no me importó, porque seguro que los que no roban es porque no pueden.

Luego, se quemaron grandes extensiones de bosques y murieron varias personas, porque como habían quitado de los presupuestos la limpieza de bosques, cuando estos ardían eran mucho más virulentos y se extendían con más facilidad, pero a mí no me importó porque yo no vivía en un bosque y además los macroconciertos de música se hacen en terrenos áridos.

Luego, subieron el IVA, a lo que había que añadir la congelación de salarios, y aunque éramos mucho mas pobres y los que nos habían metido en esto eran igual o mucho más ricos, a mi no me importó porque la selección había ganado el europeo.

Luego, los catalanes dijeron que iban a hacer un referéndum para que la gente decidiese si quería seguir perteneciendo a España, el estado los amenazó, denunció y fueron condenados quienes los organizaron, pero a mí no me importó porque mi voto tampoco iba a decidir lo que pasase.

Luego, aquellos hilillos se convirtieron en chapapote y…. ¿Por qué estoy en este agujero? 

martes, 30 de mayo de 2017

Aquel 15 de febrero de 1978

 

Aquella noche se jugó una eliminatoria de Copa entre el Alavés y el Barcelona. Yo era el furri (cabo furriel) de la 42, en el CIR de Vitoria donde me chupé toda la mili, y aunque ese día no pusieron a la venta las entradas de precio reducido para “militares uniformados”, unos cuantos colegas catalanes, fuimos al partido vestidos de romanos ya que disponíamos de un permiso especial para llegar después de retreta. En el tiempo que estuve allí, el Alavés, donde jugaba un jovencísimo Valdano (al que veíamos más por las tascas de “la cuchi” o “la zapa”, que corriendo la banda), estaba en segunda división y fui unas cuantas veces a ver sus partidos, pero el campo esa noche estaba de bote en bote para ver aquel Barça donde aún jugaba Cruyf.

Mendizorroza por entonces, era un campo a la antigua usanza, como solo los habíamos visto en los NO-DOS y en blanco y negro. La contra tribuna lateral, donde estábamos ese día, tenía una cubierta de tejas, sostenida por columnas de madera, sobre un piso terrizo de unos diez desniveles, donde obviamente se estaba de pies.

Las semanas previas había nevado en Vitoria y alrededores hasta tal punto que, incluso algunos días quedaron cortadas las carreteras, y ese día (y los previos, como casi todo el año) llovía a raudales. El terreno de juego era un poema, charcos que se tragaban el balón, barro, mucho barro (que tiempos aquellos), y charcos que escupían la pelota en aguaplaning. Desde el principio los jugadores del Alavés (segunda división), se comieron a los del Barça, que eran incapaces de dar dos pases seguidos. El mejor fue Artola, el portero, y Cruyf estuvo, si, pero procuraba estar donde no había, ni balón ni posibilidades.

A nuestro alrededor la gente rugía de placer viendo como sus jugadores se imponían en el campo, y un grupo, dotado de los correspondientes chorizos, salchichones, barras de pan… se pasaba una enorme bota de vino, de unos a otros, sin parar. Cuando no tenían la boca llena, la empleaban en gritar ¡catalanes burgueses…! ¡catalanes capitalistas…! ¡catalanes fascistas…! ¡catalanes ladrones! ....  la retahíla no parecía tener fin, y llego un momento en que no me pude aguantar más.

-Oiga ya está bien de insultar no…? –me dirigí al que tenía a mi espalda.

-¡Hostia! ¿Qué pasa, que sois catalanes…?

-Pues sí, y ni somos fascistas, ni ladrones, ni burgueses…

-Coño… perdonad, que no queremos molestar… -¡Eh… dejad de insultar, que estos chavales son catalanes y es buena gente…! - Les gritó a sus colegas -… y pasad la bota y los fiambres para aquí a estos chavales, que todos sabemos lo que es la mili….

Aquella gente venía de Miranda de Ebro y el Alavés les daba igual. Habían ido a divertirse y a ver perder al Barça… y consiguieron las dos cosas. Nosotros no nos divertimos, pero también vimos perder al Barça, aunque eso si, pese al disgusto de la derrota por el ridículo que habían hecho, nos pusimos a gusto, bota va, bota de vino viene. ¿Y Cruyf? Se marchó como quien dice sin haberse manchado las botas, pero para dar la nota le montó un sarao al impresentable de árbitro, para que lo amonestase ante el regocijo y las burlas de todo el estadio.

Ahora, treinta y nueve años después, la final de Copa me ha traído a la memoria aquella noche de febrero, empapados en agua bajo la vetusta cubierta de Mendizorroza. Y lo peor es que, mirando la prensa con la crónica de ese día, alucino con el titular de El Mundo Deportivo “eliminatoria encarrilada”, “clima de trámite en el once azulgrana”. ¡¡Clima de trámite!!


jueves, 5 de enero de 2017

La noche de Reyes


Ahora que la casa duerme al compás del reloj de pared del comedor, tac-tac tic-tac, esporádicos ruiditos desconocidos y algún ladrido lejano, que hace más notable el resto que solo es silencio, no quiero ponerme ritualmente nostálgico (entre otras cosas tampoco es mi estado de ánimo en este momento), pero sí me parece ver los fantasmas de quienes hemos sido niños entre estas mismas paredes, a lo largo de décadas de cobijarnos entre ellas en una noche como esta. Noches de reyes frías, ventosas, algunas incluso teñidas de blanco, pero con el común de la ilusión. Nervios que te impedían coger el sueño, y nervios que hacían temblar inconteniblemente todo nuestro cuerpo, al levantarnos y descubrir aquellos objetos que colmaban todos nuestros deseos, independientemente de que se tratase de lo que habíamos pedido en aquella carta garrapateada con más o menos habilidad, dirigida a nuestro rey favorito. Cacharritos de cocina de aluminio y muñecas de cartón para mis hermanas, la cajita de lápices Alpino, mi cartuchera y mi pistola, que este año en lugar de con un sombrero vaquero de plástico, era un plumacho indio con su machete de goma, y sobre todas las cosas, aquel triciclo de asiento rojo y unas cintas colgando de las empuñaduras, con el que entré triunfal en la habitación de mis padres (que también era la mía), para enseñárselo y compartir con ellos mi alegría, y ahora aún recuerdo sus caras de ilusión y también comprendo esa ilusión. Al día siguiente, excepcionalmente, los niños íbamos a la escuela del barrio con nuestros juguetes, y allí iba yo, calle terriza abajo, arrastrando de una cuerda un camión con bombonas de butano, penacho de plumas, pistolera al cinto y el machete asomando del bolsillo. Eran años en que no queríamos saber, para que la realidad no matase la ilusión.

Bastantes años después, aquellos niños fuimos también reyes y tampoco queríamos que la realidad matase a la ilusión. Primero fueron Jordi y Carlos, y más tarde, también aquí mismo donde estoy yo ahora, Rocío y Alejandro, quienes subían corriendo al comedor y nos despertaban, enseñándonos ilusionados todo aquello que habían encontrado.

Esas noches especiales con la banda sonora de radio Barcelona y "ningún niño sin juguetes" (luego, cap nen sensa jogines), que solían empezar yendo a llevar un pequeño donativo y luego, la espera de que por fin cogiesen el sueño para empezar a preparar las cosas; entre sorbitos al chupito y los clásicos comentarios del yayo Rafael sobre la excesiva cantidad de juguetes que tenían los niños "de hoy en día", y por eso "no saben apreciar las cosas"... en definitiva, noches de ilusión.
Son ya más de las cuatro de la madrugada y a este paso, como no me duerma, no van a venir los reyes. Espero que hayan entendido que cuando me declaro republicano no me estoy refiriendo a ellos.

"Queridos Reyes Magos, este año......"