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lunes, 1 de marzo de 2021

Historias de la Nueva Era: La extraña y gigantesca ave sobre Barcelona (Desconfinando la memoria)

Todo empezó el 10 de junio de 1990, a través de una carta, publicada en la sección “Cartas de los lectores”, de La Vanguardia.

En 1990 no sé si algún cerebro iluminado habría pergeñado en el garaje de su casa o en el incipiente Silicon Valley, lo que sería el boom de las redes sociales en la comunicación masiva entre ciudadanos, a través de internet; pero en 1990 el “twiter” del que disponían estos ciudadanos para expresar sus inquietudes y opiniones eran, sin duda, las llamadas “Cartas al director” o como en este caso, “Cartas de los lectores”; espacio del que disponían casi todos los diarios generalistas.

Ese domingo de junio, un lector escribió: “…la noche del 28 de mayo, algunos vecinos del barrio de Les Corts, nos despertamos ante los insoportables “graznidos” de un ave; no un ave cualquiera; nuestro estupor fue inmenso al salir al balcón y ver una silueta negra de un ave de grandes dimensiones. Quizá debería medir entre 3 o 5 metros, y no exagero. Numerosos fueron los vecinos que lo vieron, y numerosos también los comentarios al día siguiente” … “… ¿Qué era? Y lo que es más extraño, ¿Por qué no ha aparecido ninguna noticia en la prensa?”

 

A partir de ahí, y durante los siguientes tres meses, se puede decir que no hubo día, en esa sección, de algún lector que no hiciese referencia a la “Extraña y Gigantesca ave”. Hubo de todo, gente que se lo tomó por el lado cómico y de broma, otros que se lo tomaron muy en serio, y hasta se mostraban ofendidos, haciendo hincapié en su formación (matemáticos, filósofos, un exalcalde, etc.), para dar mayor credibilidad a sus opiniones, e incluso algunos que se declaraban “expertos en ornitología” y trataban de dar lecciones al resto.

El 18, uno que se identifica como ornitólogo, hace referencia a la nueva hipótesis, la de la paloma mutante: “…Que los sonidos emitidos por el ave fuesen descritos como “graznidos”, descarta la apuntada hipótesis de una paloma mutante. Los colúmbidos no graznan”.

El día siguiente, alguien, tras explicar su experiencia ante la visión del ave, hace un llamamiento “……que las autoridades correspondientes pudieran actuar y responsabilizarse del tema, por si dicha ave entrañara algún peligro para la población”.

El sábado 23, un tal JUAN B., dice que “…he identificado el gran pájaro negro, ave de mal agüero, que sobrevuela la ciudad de Barcelona. Se trata del señor Borrell, que viene por lo de la renta”.  

En días sucesivos se incorporaron visiones de esa misma ave o similar. en otros lugares como Salou y Gavá, e incluso el genial dibujante Oscar Nebreda hizo referencia a él en alguna historieta, denominándolo “el pajarraco”.

La cosa fue derivando, incorporando febriles teorías, que, si era un albatros, una gaviota mutante o incluso ¡un pterodáctilo!, que, aunque parezca mentira, tuvo bastantes seguidores. La historia fue languideciendo al mismo tiempo que los calores veraniegos. Tras unos días de silencio, reapareció, para despedirse definitivamente de las páginas del diario, el 7 de septiembre, con una carta que no tiene desperdicio, y resume lo que fue la historia:

“Hondo pesar nos causa la desaparición de ese ser que supo granjearse el cariño y afecto de todos cuantos le rodeaban. Nos referimos, evidentemente, a esa extraña y misteriosa, a la par que gigantesca ave, que hasta hace pocas fechas sobrevolaba la Ciudad Condal a ambiguas horas nocturnas. En la CAGAM (Coordinadora de Apoyo a la Gigantesca Ave Misteriosa) nos sentimos consternados, ya que suele suceder que la falta de noticias es la peor noticia.

No sabemos, si nuestra querida ave, habrá ido de observadora imparcial al conflicto del golfo Pérsico o simplemente se habrá escondido, temerosa, al oír esos horribles sonidos ¿procedentes del averno?, que retumban hoy en día en Barcelona: “Aquet any sí”, “Ja tenim equip”. Lo único que sabemos en la CAGAM, es que desde que descubrimos que, el “Viaje a la Luna” de Julio Verne, no era ficción, sólo nos queda esa hermosa ave donde reposar nuestros sueños.

La CAGAMos, o no, en un mundo que la navegación solo se relacionaba con la aérea o la marítima, y la vía para entrar en una red social como la descrita, se limitaba a un sobre, y un sello de 15 pesetas, sin preocuparse por la cobertura.