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viernes, 30 de octubre de 2020

Historias de la Nueva Era: El nuevo mundo


El 20 de junio nos entreabrieron una puerta para que nos asomásemos a ese mundo que nos había estado vedado durante toda la primavera, y como estaba previsto, los ciudadanos la empujamos para salir, y resarcirnos en lo posible, de la asfixiante falta de libertad en la que habíamos vivido. Nosotros no fuimos menos, y naturalmente intentamos acapararlo al máximo, aunque en realidad no dejaba de ser como pegar puñados a la arena del mar.

El nuevo mundo que nos encontramos se podría denominar como el del post-apocalipsis. Un mundo semitapado por las mascarillas, lleno de restricciones poco definidas. Un mundo de calles semivacías y comercios cerrados o poco concurridos. Sobre todo, un mundo temeroso.

El 9 de julio estrenamos coche, y como el que no quiere la cosa, entre ese y los dos meses siguientes le hicimos más de 5.000 kilómetros. Fueron todos viajes de un solo día, porque en el fondo se trataba de aprovechar el tiempo, temiendo, porque así lo sentíamos, que ese periodo solo era un paréntesis y que más pronto que tarde volveríamos al redil. 

jueves, 1 de octubre de 2020

Historias de la Nueva Era: Pongamos que hablo, nuevamente, de Madrid

Hace muuuuchos años, en pleno franquismo, se contaba un chiste cuyo origen sería probablemente de los sesenta. Para ponerlo en contexto hay que recordar que, en aquellos tiempos, los españoles no se consideraban racistas. Aquí no se odiaba a los negros, claro que teniendo en cuenta que el rey Baltasar de las cabalgatas de reyes, era un señor blanco teñido de betún, da una pista sobre el porqué de esa inexistencia de racismo.

Cosa aparte eran los gitanos. Opinar sobre ellos, que eran todos gente de la que había que desconfiar, ladrones y estafadores, que huían del trabajo y solo servían para la fiesta folclórica. Frases hechas como “es un gitano” (referido a su fiabilidad), “pareces un gitano” (vestimenta y aspecto físico) …. Eso sí, en ningún caso se identificaba eso como racismo. Y claro, abundaban los chistes de gitanos:

En cierta ocasión, estaba Franco (alias el Generalísimo, el Caudillo, etc.), a punto de cortar la cinta de inauguración de uno de sus múltiples pantanos (igual fue el de Tous), y de repente cedió la tierra bajo sus pies, pero cuando ya caía al vacío, le agarró salvadora la mano de un gitano que se encontraba a su lado y un Guardia Civil, que también estaba junto a ellos, sujetó al gitano para que no cayese arrastrado por el peso del dictador.

Ya repuestos, Franco se dirigió al gitano:

-Gracias muchacho, me has salvado la vida. Pídeme lo que quieras que te lo concederé.

Entonces el Guardia Civil protesta a Franco:

-Hombre excelencia, que yo también he ayudado, sujetando al gitano para que no cayeran los dos al pantano…

-No te preocupes guardia –le contesta el dictador-, a ti te concederé el doble de lo que pida el gitano…

Y el gitano pidió:

-Quiero que me arranquen un ojo…

 

A la presidenta de la Comunidad de Madrid (cuyas siglas son IDA, y con eso ya debería estar dicho todo), el gobierno le pide (implora), que adopte medidas de confinamiento para parar la sangría de contagios. Hasta ahora, se ha limitado a culpar a “los panchitos” y su sistema de vida, la manifestación del 8-M y los viajeros de Barajas. También ha manifestado que Madrid es “especial” y debe tener un trato diferencial, que no solo es que sea la capital, sino que Madrid es España y España es Madrid, porque todo pasa por Madrid y toda España va a Madrid (pero no la llaméis nacionalista). Sus “drásticas” medidas fueron, en la primera ola prohibir que los hospitales públicos acogiesen a los ancianos, que no tuviesen seguro privado, contagiados de las residencias, además de exigir el desconfinamiento de la capital, en persona y por medio de los “cayetanos”, como intermediarios, porque, según ella, lo que se quería es hundir Madrid y su economía.

Ahora, cuatro meses después de volver a ser su responsabilidad, en los que ha despedido médicos, cerrado hospitales de campaña (IFEMA) y centros de atención primaria, pero contratado curas hospitalarios, dotando de subvenciones culturales a la tauromaquia, y anunciado rebajas de impuestos; exige al gobierno que se haga responsable de lo que pasa en Madrid “porque los ha abandonado”. Que sea el gobierno quien ponga los medios.

Madrid, con el 40% de todos los contagiados del país, ha tomado medidas como confinar los barrios y poblaciones “pobres”, pero solo para el uso de ellos, es decir, una madre “pobre” puede ir a trabajar en un metro atestado (1.800.000 viajeros en un mes, por 1.400.000 de la pérfida Barajas), a cuidar a los niños de una familia bien de las zonas nobles, y llevar a esos niños a jugar al parque, pero cuando regresa a su casa no puede llevar a sus hijos al parque, porque los de su barrio están cerrados y además no forma parte de las autorizaciones para salir de casa.

En España nadie salía de su asombro cuando se multiplicaban los brotes de infectados en Aragón, Catalunya, La Rioja, Castilla y León… y milagrosamente en Madrid no existían. Hasta que estalló lo del Fuenlabrada. La Comunidad comunica apenas diez contagios en toda ella y de repente dieciséis (no contabilizados, por lo visto), en tan solo un equipo de futbol. La burbuja de la mentira les estalló en todos los morros y el resto del país, empezaba a “mosquearse” por una segunda ola, expandida desde el centro (como muchos expertos atribuyen a la rapidez de la expansión en la primera).

 

Tras acusar al gobierno, “los panchitos”, a los independentistas, Torra (¡cuanto lo van a echar de menos los “ellos”!), y naturalmente a Iglesias y los comunistas; el primer ministro del imperio monárquico español, tuvo a bien reunirse con la virreina de España (Madrid es España), en la “sala de banderas” del palacio del virreinato. El ratoncillo Sánchez cayó sumiso en la trampa, y hasta ese momento, si Madrid tenía un problema, desde entonces la vida (sanidad) de los madrileños pasó a ser su problema, el del gobierno. Llenaron los barrios y poblaciones pobres (obreros), de policías, guardias civiles y, cómo no, el ejército (mismo problema mismas soluciones ¿Qué puede salir mal?). Y después de “digos”, dimisiones y acusaciones, llegamos al día de hoy, donde la virreina, tal y como venía exigiendo, ha conseguido (pedido) que le quiten un ojo si con ello consigue que le quiten los dos a las colonias (o al menos uno de ellos).

Desde hoy, al parecer, IDA acepta que se confinen las zonas de Madrid que pasen de 500 contagios por cada 100.000 habitantes, siempre que se haga lo mismo en el resto de ciudades de las colonias del Imperio.

A ver si lo entendemos, según dijeron el otro día, un barrio como Puente de Vallecas tiene más de 300.000 habitantes. Si solo tuviese 500 por 100.000 serían 1.500.

Girona son algo así como 102.000 habitantes. Si tuviese 500 infectados, tendría exactamente 500.

Dando por supuesto que la ciudad de Girona es de una extensión notablemente mayor que el barrio de Puente de Vallecas y por lo tanto menos hacinamiento de población, hete aquí que las medidas de confinamiento serán las mismas para unos y otros. ¿Por qué? Porque la presidenta de la Comunidad de Madrid lo ha exigido a cambio de la vida de unos miles de madrileños, que iban a caer si no se aceptaban sus condiciones. Si en Madrid se va a ver afectada la economía (en realidad lo único que le interesa), que se joda también donde sea posible.