Historias de la Nueva Era: Pongamos que hablo, nuevamente, de Madrid
Hace
muuuuchos años, en pleno franquismo, se contaba un chiste cuyo origen sería
probablemente de los sesenta. Para ponerlo en contexto hay que recordar que, en
aquellos tiempos, los españoles no se consideraban racistas. Aquí no se odiaba
a los negros, claro que teniendo en cuenta que el rey Baltasar de las
cabalgatas de reyes, era un señor blanco teñido de betún, da una pista sobre el
porqué de esa inexistencia de racismo.
Cosa
aparte eran los gitanos. Opinar sobre ellos, que eran todos gente de la que
había que desconfiar, ladrones y estafadores, que huían del trabajo y solo
servían para la fiesta folclórica. Frases hechas como “es un gitano” (referido
a su fiabilidad), “pareces un gitano” (vestimenta y aspecto físico) …. Eso sí,
en ningún caso se identificaba eso como racismo. Y claro, abundaban los chistes
de gitanos:
En
cierta ocasión, estaba Franco (alias el Generalísimo, el Caudillo, etc.), a
punto de cortar la cinta de inauguración de uno de sus múltiples pantanos
(igual fue el de Tous), y de repente cedió la tierra bajo sus pies, pero cuando
ya caía al vacío, le agarró salvadora la mano de un gitano que se encontraba a
su lado y un Guardia Civil, que también estaba junto a ellos, sujetó al gitano
para que no cayese arrastrado por el peso del dictador.
Ya
repuestos, Franco se dirigió al gitano:
-Gracias
muchacho, me has salvado la vida. Pídeme lo que quieras que te lo concederé.
Entonces
el Guardia Civil protesta a Franco:
-Hombre
excelencia, que yo también he ayudado, sujetando al gitano para que no cayeran
los dos al pantano…
-No
te preocupes guardia –le contesta el dictador-, a ti te concederé el doble de
lo que pida el gitano…
Y
el gitano pidió:
-Quiero
que me arranquen un ojo…
A
la presidenta de la Comunidad de Madrid (cuyas siglas son IDA, y con eso ya
debería estar dicho todo), el gobierno le pide (implora), que adopte medidas de
confinamiento para parar la sangría de contagios. Hasta ahora, se ha limitado a
culpar a “los panchitos” y su sistema de vida, la manifestación del 8-M y los
viajeros de Barajas. También ha manifestado que Madrid es “especial” y debe
tener un trato diferencial, que no solo es que sea la capital, sino que Madrid
es España y España es Madrid, porque todo pasa por Madrid y toda España va a
Madrid (pero no la llaméis nacionalista). Sus “drásticas” medidas fueron, en la
primera ola prohibir que los hospitales públicos acogiesen a los ancianos, que
no tuviesen seguro privado, contagiados de las residencias, además de exigir el
desconfinamiento de la capital, en persona y por medio de los “cayetanos”, como
intermediarios, porque, según ella, lo que se quería es hundir Madrid y su
economía.
Ahora,
cuatro meses después de volver a ser su responsabilidad, en los que ha
despedido médicos, cerrado hospitales de campaña (IFEMA) y centros de atención
primaria, pero contratado curas hospitalarios, dotando de subvenciones
culturales a la tauromaquia, y anunciado rebajas de impuestos; exige al
gobierno que se haga responsable de lo que pasa en Madrid “porque los ha
abandonado”. Que sea el gobierno quien ponga los medios.
Madrid,
con el 40% de todos los contagiados del país, ha tomado medidas como confinar
los barrios y poblaciones “pobres”, pero solo para el uso de ellos, es decir,
una madre “pobre” puede ir a trabajar en un metro atestado (1.800.000 viajeros
en un mes, por 1.400.000 de la pérfida Barajas), a cuidar a los niños de una
familia bien de las zonas nobles, y llevar a esos niños a jugar al parque, pero
cuando regresa a su casa no puede llevar a sus hijos al parque, porque los de
su barrio están cerrados y además no forma parte de las autorizaciones para
salir de casa.
En
España nadie salía de su asombro cuando se multiplicaban los brotes de
infectados en Aragón, Catalunya, La Rioja, Castilla y León… y milagrosamente en
Madrid no existían. Hasta que estalló lo del Fuenlabrada. La Comunidad comunica
apenas diez contagios en toda ella y de repente dieciséis (no contabilizados,
por lo visto), en tan solo un equipo de futbol. La burbuja de la mentira les
estalló en todos los morros y el resto del país, empezaba a “mosquearse” por
una segunda ola, expandida desde el centro (como muchos expertos atribuyen a la
rapidez de la expansión en la primera).
Tras
acusar al gobierno, “los panchitos”, a los independentistas, Torra (¡cuanto lo
van a echar de menos los “ellos”!), y naturalmente a Iglesias y los comunistas;
el primer ministro del imperio monárquico español, tuvo a bien reunirse con la
virreina de España (Madrid es España), en la “sala de banderas” del palacio del
virreinato. El ratoncillo Sánchez cayó sumiso en la trampa, y hasta ese
momento, si Madrid tenía un problema, desde entonces la vida (sanidad) de los
madrileños pasó a ser su problema, el del gobierno. Llenaron los barrios y
poblaciones pobres (obreros), de policías, guardias civiles y, cómo no, el
ejército (mismo problema mismas soluciones ¿Qué puede salir mal?). Y después de
“digos”, dimisiones y acusaciones, llegamos al día de hoy, donde la virreina,
tal y como venía exigiendo, ha conseguido (pedido) que le quiten un ojo si con
ello consigue que le quiten los dos a las colonias (o al menos uno de ellos).
Desde
hoy, al parecer, IDA acepta que se confinen las zonas de Madrid que pasen de
500 contagios por cada 100.000 habitantes, siempre que se haga lo mismo en el
resto de ciudades de las colonias del Imperio.
A
ver si lo entendemos, según dijeron el otro día, un barrio como Puente de
Vallecas tiene más de 300.000 habitantes. Si solo tuviese 500 por 100.000
serían 1.500.
Girona
son algo así como 102.000 habitantes. Si tuviese 500 infectados, tendría
exactamente 500.
Dando
por supuesto que la ciudad de Girona es de una extensión notablemente mayor que
el barrio de Puente de Vallecas y por lo tanto menos hacinamiento de población,
hete aquí que las medidas de confinamiento serán las mismas para unos y otros.
¿Por qué? Porque la presidenta de la Comunidad de Madrid lo ha exigido a cambio
de la vida de unos miles de madrileños, que iban a caer si no se aceptaban sus
condiciones. Si en Madrid se va a ver afectada la economía (en realidad lo
único que le interesa), que se joda también donde sea posible.