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martes, 8 de diciembre de 2020

 

Historias de la Nueva Era: Pandemia

Barcelona 7 de diciembre de 2020… Un inicio así, con tipografía digital y un golpeteo de tecla con la aparición de cada letra, podría haber sido el principio de una película de ciencia ficción. El argumento nos mostraría un futuro apocalíptico, de calzadas colapsadas por los vehículos, gentes con mascarillas, circulando muchos atemorizados por ese enemigo invisible que puede atacarnos desde cada partícula del aire, otros, los más jóvenes, de aspecto despreocupado, quizá como símbolo de una rebeldía que no encuentra acomodo en una mente poco educada para las cuestiones sociales, y colas, interminables filas humanas para acceder a comercios, bancos, vehículos de servicio público… La nueva normalidad.

Una ambulancia destroza los tímpanos, estridente, mientras intenta atravesar el rio de vehículos que bloquea la calzada. Sentado en el borde de la acera, junto al paso de peatones, encogido sobre sí mismo, un anciano y a su lado la que debe ser su esposa, que le hace señales con la mano a la ambulancia, a apenas una cincuentena de metros, pero que parece una quimera el llegar hasta ella. La gente que espera para cruzar, no se acerca a la pareja y lo que parece que es imposible, el mantener la distancia mínima recomendada de los dos metros, aquí se multiplica por dos. Pienso que en la actualidad es fácil que, si uno tiene cualquier contratiempo en la vía pública, acabe abandonado como un perro. Cuando me aproximo, la mujer le está haciendo las señales a la ambulancia, por lo que no cabe otra cosa que hacer. Un joven se acerca y le pregunta a la mujer si “la puc ajudar”, y ella le dice que ya está aquí la ambulancia. El hombre, que parece un poco congestionado en lo poco que deja libre la mascarilla, tose un par de veces y noto que los más cercanos retroceden otro par de pasos. La ambulancia ya está aquí.

La balsa del monumento a Macià está tomada por las gaviotas, y en un momento dado, se organiza una trifulca entre ellas, graznan amenazadoras y se atacan disputándose los despojos de una paloma. La que sale triunfadora se aleja unos metros con ellos en el pico y los abandona. Que humano me resulta, al parecer la disputa solo era por la propiedad no por la necesidad.

Tengo una sensación extraña, es como si estuviésemos bajo la mira de un francotirador que, si te alcanza, puede fastidiarte la vida o quizás acabar con ella. La que un día fue acogedora, la siento ahora como triste, desabrida e inhumana. En lo que va de año es la segunda vez que bajo a la ciudad, eso no me había pasado en mi vida y lo cierto es que me he encontrado extraño en una ciudad extraña.