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lunes, 31 de diciembre de 2012

El nacimiento de un dios menor



Al principio las gentes, peludas, paticortas y deformes, se apañaban como podían a base de pintar animales, intercambiarse cabras, embobándose ante la bola de fuego que iba y venía sobre sus cabezas, etc. Sin embargo, eso no parecía satisfacer a todos y unos iluminados decidieron ir concentrando esos intereses en algo que pudiesen controlar, pues sabían que de esa forma tenían asegurado el control de los individuos y por tanto dirigir sus vidas hacía sus propios intereses.
Al servicio de la causa formaron una legión de correligionarios uniformados, que disponían de un poder piramidal culminado en unos pocos, que eran quienes realmente controlaban al resto de la humanidad. Para conseguir que esos individuos siguiesen ciegamente esa "su" causa, podrían haber optado directamente por el premio, pero ahí se habría acabado todo, así que diseñaron la estrategia máxima, inculcarles el sentimiento del miedo, para lo que había que amenazarles con el castigo a través del cual alcanzar el premio, "la meta".
El castigo a no seguir sus reglas era el caos, la desgracia infinita con todo tipo de plagas, en sus vidas y las de sus descendientes, que les producía ese miedo, por el que asumían su miserable vida, en la esperanza de alcanzar el premio final.
Hace unos miles de años, en un territorio al oriente de Europa, unos iluminados dieron forma física a la figura de ese dios, el culmen de la pirámide que había que escalar para poder estar junto a él.
Aquella primera forma metálica y de forma redonda fue con posterioridad acuñada en metales preciosos como el oro y la plata, pero también fue evolucionando hasta acabar siendo mayoritariamente un simple y barato papel de colores. Todo ello controlado por aquellos pocos que en lo alto de la pirámide decidían cuanto valía DIOS.
Sí, es verdad que hubo otros que se inventaron otros dioses, que también intentaron y consiguieron controlar a sus congéneres y hacerlos trabajar en su beneficio, pero esos no eran más que dioses menores, que desde el principio supieron que aliándose con el verdadero DIOS podían alcanzar objetivos comunes.
Por eso, aunque digan que en estos días celebran la conmemoración del nacimiento de uno de estos dioses que, según cuentan, bajó una vez desde la punta de la pirámide para recordarles a los de abajo que tenían que esmerarse más en cumplir las instrucciones recibidas. Todo el mundo sabe que el triunfador es el DIOS VERDADERO. Sobre todo, en estos días.