Vistas de página en total

domingo, 4 de agosto de 2013

Madre hay más de una


Ayer cumplió años mi segunda madre. Algunos dicen que fui un niño desgraciado porque me quedé huérfano a los ocho años. Es posible, seguro, pero la realidad es que a cambio he tenido tres madres. La primera me trajo al mundo y vivió mi niñez, ilusionada en verme crecer; ilusionada con su niño de mechón blanco, que se llevaría de calle a las mujeres (ya lo sé, como profeta no hubiera triunfado). La segunda, que ayer cumplió años y tuvo que pasar de niña a mujer de la noche a la mañana, de los cacharros de cocina de juguete al fogón de verdad; soportó mi paso de la niñez a la pubertad, mis primeros pelos sobaqueros y mis caprichos de niño mimado. Los del niño al que se le consiente todo para compensarle de su desgracia. La tercera madre tuvo que soportar las consecuencias de aquellos mimos, recogerme la ropa sucia rebuscando entre los rincones de la habitación, ponerme el plato en la mesa... y recogérmelo...
Y todo esto lo hicieron sin recriminármelo nunca, lo hicieron porque me querían, porque para ellas era su hermano, pero también su hijo. Yo eso no podré devolvérselo nunca. Nunca podría devolverles tanta dedicación, paciencia y amor. Ya solo me queda reconocérselo y decirles que las quiero... aunque ninguna tenga Facebook, porque ellas son de los tiempos de Elena Francis, aquella señora (muchos decían era un cura), que precisamente, siempre aconsejaba paciencia y amor, paciencia para soportar al marido agresor como era "su deber" de esposa, y paciencia para soportar al hermano caprichoso e inmaduro...
Temps era temps
que més que bons o dolents
eren els meus i han estat els únics.
Senyora Francis, m'entén?
amb aquests coneixements,
què es podia esperar de nosaltres?
Si encara no saben, senyora,
què serem quan siguem grans
els fills d'un temps,
els fills d'un país orfe.