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miércoles, 13 de julio de 2016

LA TÉRMICA DE SANT ADRIÁ DEL BESÓS


Ocurrió hace 43 años, el 3 de abril de 1973. “Ese día murió Manuel Fernández Márquez, Obrero. Pero no de cansancio, como morimos muchos. Pero no de accidente de trabajo, como seguimos muriendo. Pero no de hambre y de miedo, como quisieran que muriésemos. Murió por gritar que no quería morir por nada de eso. Murió por gritar “Yo soy yo y mis compañeros”. Así empezaba el poema que un compañero de trabajo comenzó a leer en el funeral y que no pudo acabar porque la policía arremetió contra la multitud congregada para repudiar el crimen.
Manuel Fernández Márquez, asesinado por el régimen fascista en Sant Adrià de Besòs, había nacido en Badajoz en 1946.

En aquellas fechas, los casi dos mil obreros de la central térmica, estaban en plena lucha. Reclamaban 40 horas semanales de trabajo, en lugar de las 56 que hacían, un incremento de los sueldos, cobrar el salario íntegro en caso de enfermedad y el derecho de reunión en la empresa.
Aquel 3 de abril, cuando el turno de las siete llegó a la central, las puertas de la térmica estaban cerradas. Un auténtico ejército les esperaba: una brigada de policía especial traída desde Valladolid, un destacamento de policía nacional a caballo y un grupo de guardias civiles apostados en las dos torres de la central, componían aquella tropa de la vergüenza.
La dirección de la empresa quería que, en lugar de acceder todos los trabajadores juntos, lo hiciesen de cinco en cinco. Los trabajadores se negaron, algunos cortaron la cercana vía del tren.
En la tercera carga, la policía ametralla directamente a los trabajadores. Serafín Villegas Gómez, de 25 años, es herido de bala y Manuel Fernández Márquez cae abatido mortalmente a su lado.

Su nieta, años después escribiría: “Mi abuelo era de Extremadura y solo llevaba tres meses en Santa Coloma. Años después le dedicaron una calle en Sant Adrià del Besós, la calle Manuel Fernández Márquez, una calle normal y corriente que tiene nombre de persona normal y corriente porque está dedicada a la memoria de un trabajador, como muchos otros, que la policía del régimen de Franco mató sin que nadie entendiera por qué”.
Esto es un extracto del artículo aparecido en "eldiario.es" edición Extremadura. Aquellos eran tiempos de conquista de derechos y estos son de intentar que no nos roben los que habían conseguido los trabajadores de este país a costa de derramamiento de sangre y cárcel, pero está claro que aquella generación pasó y para esta, lo que no ha costado esfuerzo no se valora y así va a los trabajadores de hoy en día, que asisten como abducidos por el "soma", al expolio de sus condiciones de trabajo y sociales por los de siempre y los colaboracionistas traidores a su clase.