Si quieres un amigo cómprate un perro… La Nessy duerme
acurrucada sobre su manta a unos centímetros de mi silla, bastaría que me
levantase para que ella, unos instantes después, como una transmisión vía
satélite, se izase perezosamente y emprendiese mi mismo camino. La perra, cada
vez más, parece que viva la vida en diferido, sus reacciones tienen esos
segundos de retraso debido a la perdida acelerada del sentido del oído y de la
vista. La miro con ese aspecto viejo, las canosidades del pelo en torno al
hocico y casi no distingo a aquel cachorro nervioso que compré como amigo para
mis hijos.
Quizás sea verdad que el dinero lo puede todo ¿hay algo más
difícil de conseguir que la amistad? Resulta que también se puede comprar con
dinero, y ella sin saberlo. Acompaña a Alex a la habitación, a escondidas por
la noche, y nos persigue por la casa, pero no para dar protección sino para
encontrar la suya propia. De vez en cuando se despierta y recorre el entorno de
los sillones olfateando el aire intentando averiguar si hay alguien a quien no
alcanza a ver o de nuevo, los que compramos su amistad, la hemos dejado sola.
Por cierto… yo también estoy en venta ¿no hay nadie que me
quiera comprar como amigo…?