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sábado, 9 de abril de 2011

EL GATO (Historias de una crisis)


En una ocasión vi (a todos nos habrá pasado), un gato que corría aterrorizado porque lo perseguía un perro. Finalmente, el gato, instintivamente porque el terror no le permitía valorar la situación, trepó a un árbol que estaba en su camino y llegó a unos tres metros de altura. El perro le ladró un par de minutos hasta que, supongo, decidió que o no valía la pena seguir esperando o que bastante tenía el gato con lo suyo. Efectivamente, el gato hizo un amago de bajar del árbol, pero lo paralizó una nueva sensación de terror al descubrir a la altura en que estaba. Esa noche el perro dormía plácidamente después de haber comido y el gato seguía allí subido en las alturas, maullando lastimeramente. Quizás en las horas que siguieron al gato le dio tiempo a plantearse:
¿Qué pretendía el perro al perseguirme, acabar con mi vida o asustarme?
Acabar con mi vida, aunque entraba dentro de las posibilidades, no sería tarea fácil porque, aunque es más grande que yo, tengo mis virtudes, soy felino, más ágil, tengo garras y capaz de saltar y correr más que él. Seguro que no podría matarlo, pero le haría mucho daño.
Si lo que pretendía era asustarme, la verdad es que lo ha conseguido, aquí estoy desesperado de hambre e intentando resolver este nuevo problema.
¿Qué tendría que haber hecho el gato, subirse al árbol o enfrentarse al perro?, porque probablemente al correr huyendo, el mensaje que le ha dado al perro es que cada vez que se cruce en su camino va a aterrorizar al gato; pero si se le hubiese enfrentado se habría llevado unos cuantos arañazos en el hocico, incluso podía haberle sacado un ojo, y seguramente cuando se volviesen a cruzar de nuevo, el perro procuraría apartarse del camino del gato, y aunque le gruñese intentando demostrar su poder, intentaría mantener las distancias porque había aprendido que el gato no se iba a subir a un árbol.
Lo cierto es que ese gato, no sé si está esperando que venga alguien a bajarlo del árbol, porque está condenado a subirse a uno cada vez que lo persiga un perro.