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jueves, 1 de junio de 1995

EL ÁRBOL DE PLATÓN



Por encima de la sierra de Collçerola, en el camino que circula desde la "emisora" hasta Vallvidrera por encima de la ciudad, se llega hasta una plazoleta en cuyo centro, un espigado y vetusto árbol, de tronco como descorchado de una botella de espumoso, solitario y casi solemne, preside el lugar. Si nos acercamos a él, un murmullo nos llega a los oídos, en principio es como el rumor del viento que mece sus hojas, pero cuando liberamos la mente de las ideas preconcebidas, nos damos cuenta de que es el árbol que nos habla, a nosotros y a todos sus semejantes que le rodean. Él, desde su altura nos explica la belleza de cuanto les rodea, y sobre todo a quienes están a su espalda, les habla del mar que ellos no pueden ver por su escasa estatura. De una inmensa mancha azul, salpicada aquí y allá de puntitos blancos como las nubes del verano. También les dice que no están solos; que miles de congéneres, algunos más claros y otros más oscuros los rodean por doquier, y ellos ríen con su rumor sordo y monótono.
-El viejo loco sigue con sus fantasías...
Y él calla por unos momentos... -es inútil...- Piensa- Quizás algún día, alguien más inteligente que yo, sepa la manera de poder sacar sus raíces de la tierra sin llegar a morir, y todos podamos compartir las maravillas que nos rodean...
De nuevo torna el rumor para quien lo quiera oír, y el árbol vuelve a hablarnos del mar y de...