Vistas de página en total

martes, 4 de diciembre de 2001

LA PRIMITIVA


Hoy había un gran bote en la lotería Primitiva y como es natural, yo era uno más en la colección de ilusionados-ilusos que hacían cola para jugar su boleto. Sobre la ventanilla un texto luminoso corría de un lado a otro de la pantalla, recordando los miles de millones que iba a suponer el primer premio; hipnotizados no podíamos apartar los ojos de aquel mensaje machacón.
La gente, mientras espera su turno, sueña lo que haría si le tocase el primer premio; la mayoría lo hacemos en silencio, con gesto de desdén y sentimiento de rivalidad, creyéndonos por encima de todos aquellos ilusos, sin embargo, un matrimonio que va acompañado de su hijo de unos diez años, hacen sus planes en voz alta.
-¿te imaginas… que haríamos nosotros con tres mil millones? –dirigiéndose a su mujer y contestando al mismo tiempo su pregunta.- iríamos a vivir a las afueras en una gran torre…
-Si hombre… -le interrumpe la mujer- yo estoy bien donde vivimos, ¿y qué pasaría con Luisito, con su colegio y los amigos?
Luisito mira a sus padres como no entendiendo muy bien de que están hablando; pero su padre ya tiene pensado todo eso…
-Luisito estará en un colegio mucho mejor. Te internaremos en un colegio inglés –dirigiéndose al niño- para que salgas un tío de puta madre… de los que mandan en el mundo; te iremos a ver una vez al mes… bueno, pues cada dos semanas… -rectifica ante las protestas de su mujer.
Me fijo en el niño que sigue sin decir absolutamente nada, pero que se le nota que está a punto de llorar. Ya he llegado a la ventanilla y pienso que además del alegrón que me voy a dar si me toca el premio, también lograré salvar a Luisito.