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miércoles, 15 de junio de 2016

VIVIR A CUERPO DE REY


La semana pasada en los Encantes, en esa especie de top manta que están básicamente en manos de magrebies instaladas en la parte baja del mercado, donde se amontonan lo mismo un mobiliario completo de estilo victoriano, que los enseres domésticos de cualquier masía que pudiera haber permanecido cerrada durante decenas de años, o stoks enteros de comercios (mercerías, ferreterías, talleres de relojería, cosas de casa, etc), y las más habituales de montones de libros de todo tipo, muchos de ellos descuadernados bajo las suelas de quienes se internan entre ellos para mirarlos más de cerca, adquirí uno de estos libros a 1 euro de una edición de "El Periódico" con las portadas más notables de sus primeros cinco años de vida (de 1978 a 1983). Hoy en día con Internet se puede acceder a la hemeroteca de algún diario especifico, aunque completas y gratuitas yo solo he podido acceder a la de La Vanguardia (impresionante y de bastante buena calidad) y la del ABC. Es curioso que estos dos periódicos de derechas sean los únicos (que yo sepa) de acceso público gratuito y claro, la información tiene un tinte bastante sesgado, sobre todo la del ABC (faltaría más). La de La Vanguardia tiene la particularidad de que, obviando la línea editorial, se puede acceder a los diarios íntegros en formato PDF desde 1881 (135 años) y un excelente motor de búsqueda.
Para los antiguos como yo no deja de tener su que sentir todavía el amarillento papel entre las manos y claro, no me pude resistir. Hay bastantes noticias de esos años que me han llamado la atención y, sobre todo, lo mucho que hemos cambiado en esta sociedad desde entonces. Claro que también me ha sorprendido que el reflejo de aquellos días de falta de libertades, pese a que ya había desaparecido el dictador y en España estrenábamos Constitución, es evidente que vivimos en estos momentos una descarada involución que nos quiere devolver a aquellas catacumbas. Desde el año 78 hasta el 83 se repetían muy a menudo las noticias relacionadas con "el ruido de sables" y una latente amenaza de golpe militar, declaraciones golpistas e insumisiones que se pasaron por alto. En aquel ambiente de amenaza se aprobó la Constitución y muchas de las leyes que ahora nos venden como "transición modélica" o "acuerdo entre todos los españoles". También se formalizó el olvido de quienes sufrieron las agresiones de un régimen dirigido por los padres de muchos de los que ahora nos mandan o quieren hacerlo y, lo que es peor, sostenidos por bastantes de los hijos de aquellos desheredados.
La página que comparto es la portada del 4 de octubre de 1981 y claro, llama mucho la atención lo de pedirle al entonces príncipe Felipe que "sea otro Juan Carlos", es decir, se supone que "campechano" . El campechano ese protegido por los medios de comunicación y los poderes facticos por casi cuarenta años que ha aprovechado para amasar una ingente fortuna (mucha de ella conseguida en tratos con delincuentes, contrabandistas, déspotas y demás ralea por el estilo, según se cuenta), que ha aprovechado para meter entre sus sabanas a no se sabe cuántas señoras de clase bien y mal, que se ha dedicado impunemente a asesinar animales en peligro de extinción y para que seguir... antes de seguir viviendo de todos nosotros pero ahora ya sin el paripé de tener que representar a este país de corruptos (que hay que reconocer que en eso era ideal)
"Que sea otro Juan Carlos" y parece que si. Cierto que no se conocen de momento líos de faldas, pero visto lo que salió de su aventajado padre antes de "caer" (si, una vez más), no parece que sorprendiese a mucha gente algo parecido. Por lo demás, reina (que no gobierna) junto a una tal que se ha "transformado" en una Barbie a costa de nuestros dineros. Unos reyes que en realidad son totalmente prescindibles y sin embargo ahí están viviendo a nuestra costa... VIVIENDO A CUERPO DE REY

martes, 7 de junio de 2016

Antonio "el chatarrero"




Antonio, "el chatarrero", tiene 93 años y es fácil verlo montaña arriba y abajo, controlando que las obras que se realizan en la parte alta del barrio no arranquen la tubería de agua que llega a su casa de la ladera de la montaña, en pleno parque de Collçerola.

Antonio es de Almería y llegó a este barrio con su familia hará cerca de medio siglo. Se fue abriendo camino, primero ejerciendo de taxista con un Dodge Dart de su propiedad, luego repartiendo las comidas que hacían en su casa a un colegio privado del barrio, donde al parecer importaban poco las condiciones higiénicas en que se elaboraban, y ya estos últimos años, recogiendo chatarra.
Antonio no ha cotizado nunca, siempre ha trabajado en negro, pero eso no ha sido óbice para reclamar las ayudas sociales para él y para su hija, Elisabeth, que vive con él y una niña que le hizo un "enmigrante" sudamericano, al que echó de su casa acusándolo de vivir del cuento.
Él siempre había tenido claro quiénes eran los culpables de la situación del país, los socialistas y los "enmigrantes"; los moros esos que llenan las consultas de la seguridad social, que tienen ventanillas especiales en la administración donde los atienden por delante de "los epañoleh", y sobre todo "zapatitos", que "ha repartido entre sus amigos los dineros de los “epañoleh", y organizó la matanza de los trenes de Madrid para ser presidente. El Rubalcaba y el Felipe, que son los que montaron el 23F, están detrás de la ETA, y de todo lo que se menea en el país.
Efectivamente, Antonio solo escucha la COPE y obviamente nunca se ha perdido una convocatoria electoral para dar su voto al PP.
Lo peor de todo esto es que se puede decir de él que es una buena persona, y yo me pregunto cuántas buenas personas de este estilo, son los que soportan a esa banda de corruptos a la que siguen votando mayoritariamente los "chatarreros" españoles.

No hace muchos días mientras paseaba con Twidy, mi perro, me encontré a Antonio en el camino que lleva a su casa, y que él mismo, enjuto y reseco como el tronco de un árbol viejo, se encarga de ir acondicionando por los deterioros de las lluvias. Su oído deja mucho que desear, pero la vista la tiene impecable y me reconoció a casi un centenar de metros.
En estas últimas semanas su mundo se ha ido desmoronando como un castillo de naipes. Se desahoga conmigo y me cuenta sus temores. Que su hija se ha juntado con un “denlincuente” al que le abrió las puertas de su casa, de buena fe, hasta que se dio cuenta que era un borracho que había acabado con sus reservas de “güisqui”, del que a él le gustaba tomar una copita de vez en cuando, y se bebía media docena de latas de cerveza durante la cena. Lo echó de casa, él le amenazó de muerte y su hija, “la Elisabé,” se ha puesto de parte del otro. Ya no come en casa porque piensa que lo quieren envenenar, "que lo quieren quitar de en medio", y que ha tenido que pedir al ayuntamiento que le pongan una persona asistente social porque lo tienen abandonado y su hija le ha vaciado hasta los pocos ahorrillos que tenía en el banco.
Se desahoga conmigo sin mirarme, los ojos acuosos perdidos; mirando sin ver a esa ciudad que se extiende a nuestros pies. Cuando gira su cara hacia mí, las lágrimas van dejando surcos por sus mejillas, que limpia con la bocamanga del jersey.

A Antonio le ha fallado hasta su PP, y no solo porque se haya juntado con los socialistas en muchas cosas, cree él, sino por esa banda de sinvergüenzas que hacen cola para sacar número en los juzgados por haberse llevado el dinero de todos nosotros. Eso sí, Antonio no desiste de la solución para su "Eppaña"; insiste en que este país necesita un Franco para ponernos a todos en cintura. Lo que Antonio igual no ha entendido es que a lo peor ese "Franco" ya está entre nosotros, ya ha impuesto su dictadura y lo único que pasa es que ahora se disfraza con distintos nombres, "los mercados" y "la troika", entre otros; y que, en realidad, su voto y el mío, aunque sean absolutamente contrarios, solo sirven para blanquear esa dictadura en lo que llaman democracia.