Historias de la Nueva Era: La medida de la libertad
-¡Vecino… ¿A qué distancia puede pasear legalmente el perro,
de su amo…?!
-A la que dé la correa… -le contesto.
La gracieta me la hace el vecino desde el jardín de su casa,
buscando la complicidad de una pareja de la policía local que, fuera del coche,
se toman unos minutos de relax y cigarrillos, en la plazoleta de la calle, a
pocos metros, cuando paso con el perro bajo su vivienda. El vecino, que es de
mi misma edad, tiene un sentido del humor y una forma de intentar iniciar una
conversación, muy particular.
¿La libertad física (movimiento, acción…), se mide en metros?
El Twidy tenía una correa extensible de tres metros y le compré otra de cinco
¿Es ahora dos metros más libre… o cinco metros menos cautivo?
A veces, el perro (ahora cada vez menos por la edad y su
deterioro físico), al no sentir la tensión de la correa, cree que está suelto
(libre), e inicia una carrera que acaba de golpe y porrazo con el final de la
misma o cuando yo, que soy quien maneja su libertad, aprieta el botón de bloqueo.
A las personas nos pasa lo mismo, ingenuos de nosotros nos
creemos lo que nos cuentan de que somos libres, hasta que un día sentimos el
tironazo que nos frena, y nos impide cumplir nuestro deseo de hacer lo que deseamos,
entonces miramos atrás, e igual que el Twidy, vemos la correa a la que estamos
atados y la persona o personas que la manejan, que son quienes deciden de
cuantos metros es nuestra libertad.
La libertad o es o no es. La libertad no tiene límites,
porque entonces deja de ser libertad; de cualquier tipo, física, de
pensamiento, de expresión y opinión… pero siempre, a lo largo de la historia de
la humanidad, ha habido alguien dispuesto a coger el extremo de la correa y
sustituir al anterior. Casi siempre depuesto por él/ellos mismos, con el argumento
de la falta de libertad.
El Twidy, igual que las personas, es libre hasta donde le
dejan, pero entonces habrá que llamarla de otra manera, en ningún caso
libertad.
En cuanto a este vecino, no necesitará mirar atrás, porque
jamás intentará alcanzar el límite de su correa.
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