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miércoles, 6 de mayo de 2020

Historias de la Nueva Era: La medida de la libertad

-¡Vecino… ¿A qué distancia puede pasear legalmente el perro, de su amo…?!

-A la que dé la correa… -le contesto.

La gracieta me la hace el vecino desde el jardín de su casa, buscando la complicidad de una pareja de la policía local que, fuera del coche, se toman unos minutos de relax y cigarrillos, en la plazoleta de la calle, a pocos metros, cuando paso con el perro bajo su vivienda. El vecino, que es de mi misma edad, tiene un sentido del humor y una forma de intentar iniciar una conversación, muy particular.

 

¿La libertad física (movimiento, acción…), se mide en metros? El Twidy tenía una correa extensible de tres metros y le compré otra de cinco ¿Es ahora dos metros más libre… o cinco metros menos cautivo?

A veces, el perro (ahora cada vez menos por la edad y su deterioro físico), al no sentir la tensión de la correa, cree que está suelto (libre), e inicia una carrera que acaba de golpe y porrazo con el final de la misma o cuando yo, que soy quien maneja su libertad, aprieta el botón de bloqueo.

A las personas nos pasa lo mismo, ingenuos de nosotros nos creemos lo que nos cuentan de que somos libres, hasta que un día sentimos el tironazo que nos frena, y nos impide cumplir nuestro deseo de hacer lo que deseamos, entonces miramos atrás, e igual que el Twidy, vemos la correa a la que estamos atados y la persona o personas que la manejan, que son quienes deciden de cuantos metros es nuestra libertad.

 

La libertad o es o no es. La libertad no tiene límites, porque entonces deja de ser libertad; de cualquier tipo, física, de pensamiento, de expresión y opinión… pero siempre, a lo largo de la historia de la humanidad, ha habido alguien dispuesto a coger el extremo de la correa y sustituir al anterior. Casi siempre depuesto por él/ellos mismos, con el argumento de la falta de libertad.

El Twidy, igual que las personas, es libre hasta donde le dejan, pero entonces habrá que llamarla de otra manera, en ningún caso libertad.

En cuanto a este vecino, no necesitará mirar atrás, porque jamás intentará alcanzar el límite de su correa.


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