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martes, 12 de mayo de 2020

Historias de la Nueva Era: el Corona-virus

Hace diez años la mayoría de nosotros no habíamos escuchado en nuestra vida la palabra “emérito”, hoy día no solo estamos acostumbrados a escucharla, sino que nos hemos aprendido hasta su significado.

Emérito es simplemente un adjetivo que se pone a continuación de “rey”, para diferenciar a los dos con los que ha tenido a bien bendecirnos ese dios por el que reinan gracias a su gracia, “vamos, por la gracia de dios”, que como todos sabemos, siempre ha sido un bromista, y si no que se lo pregunten a Abraham, a quien ordenó hacer una barbacoa con su hijo Isaac para ofrecérselo en sacrificio, y cuando ya tenía cuchillo y trinchador alzados, e Isaac encima de la parrilla, haciéndose cruces por no haber encerrado a tiempo en un asilo a su anciano padre; el “gracioso” dios de los judíos, y de los que cortan el bacalao en este país, le paró el brazo y lo felicitó por ser tan “sumiso” (por si no habíais pillado de que iba la cosa).

Su sentido del humor también dejó huella en Sodoma y Gomorra, pero sobretodo en Lot, sobrino de Abraham (realmente no sé qué problemas tenía dios con esa familia, aunque no cabe duda de que había alguna cuestión personal, para actuar como los hermanos Izquierdo en Puerto Hurraco), convirtiendo a su mujer en estatua de sal. Enterró a los habitantes de Jericó bajo sus propias murallas, se cepilló a los primogénitos de Egipto, además de envenenar las aguas del río que los alimentaba, saqueó las cosechas de Canaán, dando ideas al señor Mercadona, ahogo a toda la humanidad, excepto a la familia del iluminado Noe que, tuvo a bien construir un barco a miles de kilómetros del mar más cercano. Dentro de unos años también figurarán en la edición revisada del Apocalipsis, el exterminio a fuego lento del pueblo palestino… y como decía, una de sus últimas gracias ha sido conceder dos reyes a un país que, en las encuestas (si no vas a ganar prohíbe los referéndums), se declara mayoritariamente republicano, y donde la monarquía fue impuesta por el dictador, que hizo de intermediario entre Él y el palacio de la Zarzuela.

 

Pero no solo nos hemos aprendido la palabra, ahora sabemos también su significado. Emérito significa que tiene los mismos derechos que el otro, pero que ahora ya no hace falta que disimule en aparentar que sirve para algo, y sobretodo, emérito significa IMPUNE. Es eso que los que dicen que no son partidarios de la institución, pero que son sus máximos defensores, tienen a bien utilizar un eufemismo y llamarlo “inviolabilidad”.

La cosa no tiene desperdicio, porque lo que viene a decir es que este monarca (se les llama así porque parásito ya estaba pillado), y los de su familia; tienen derecho a violarnos a todos sus súbditos impunemente, cuanto y cuando quiera, pero nosotros no a él. Tal cual.

El rey (el emérito y el otro), roba. Tiene impunidad.

El rey asesina animales protegidos. Tiene impunidad.

El rey trafica con dinero negro en países protectores del terrorismo. Tiene impunidad.

El rey tiene cuentas en paraísos fiscales. Tiene impunidad

El rey se salta el confinamiento cuando le salga de sus regios atributos. Tiene impunidad.

El rey ejerce su derecho de pernada y acumula una colección de bastardos, típica de su dinastía. Tiene impunidad.

El rey tiene a bien “ponerte mirando para Cuenca” con o sin vaselina. Tiene impunidad.

Podría dejar unas cuantas líneas libres para que cada quien vaya añadiendo cosas, pero el final ya sabemos que siempre es el mismo. Así que es mejor colocar una redundancia y resumirlo en que, el rey (emérito o no), tiene impunidad para actuar con total impunidad.

 

Hoy no estaba muy por la labor de enredarme porque sigo con los nubarrones en la azotea, pero se me ha ocurrido mirar en la hemeroteca de La Vanguardia (que para mi sigue siendo la mejor hemeroteca, independientemente de su línea editorial), que pasó hace ahora diez años, y me he encontrado con la figura del emérito (por entonces “el campechano”). Me lo encuentro saliendo de una de sus actividades más comunes de su reinado (aparte de esas que ya sabemos), es decir, saliendo de un hospital. En este caso del Clínic barcelonés, alabando la sanidad pública de España (justamente ahora parece una afrenta y no lo digo por el personal), y me ha llamado la atención lo que se dice a pie de foto: “La Casa del Rey ha pedido a la Consellería de Salut, que le pase factura de todos los gastos extras que haya podido provocar la estancia del Monarca en el hospital barcelonés”.

Los “gastos extras”, no vayan a pensar que el rey no paga lo suyo... Como si los corrientes y los extras no se los pagásemos también sus violables súbditos.

No he entrado a leer la noticia, pero supongo que sería una de sus innumerables operaciones de cadera producidas por las caídas… de las camas de Corinas y demás. Vicios dinásticos que supongo deben pertenecer a sus “obligaciones reales”. Como al parecer las de su abuelo Alfonso XIII, que también solía hacer frecuentes visitas a Barcelona, en concreto a unas casas señoriales de la falda del Tibidabo, donde asistía al rodaje de películas pornográficas que el mismo producía y formaron parte de una excelsa y extensa colección personal, que dio nombre a una recopilación de pornografía vintage con la popularización del vídeo en los ochenta.

Bueno pues si todo esto resulta indignante y tal, si el significado real de “emérito” aplicado al rey viejo de España parece una afrenta, he llegado a la conclusión de que nuestra poca dignidad queda mejor parada con eso que, con el significado real de la palabra emérito, según el diccionario de su Academia (la Real) de la Lengua:

“Emérito: Que se ha retirado de un empleo o cargo y disfruta algún premio por sus buenos servicios”.

Ahí queda eso.


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