Vistas de página en total

jueves, 14 de mayo de 2020

Historias de la Nueva Era: La estirpe de los pájaros

A unos doscientos metros de casa, dentro de un recinto vallado, y con un frondoso pinar que apenas si los deja ver, están los depósitos del agua.

 

En esta época del año, todas las especies de aves que habitan la zona desarrollan una gran actividad, consistente básicamente en conquistar a las damas, emparejarse, edificar los nidos acarreando todo el material necesario, y naturalmente, alimentarse ellos y sus polluelos cuando salen del cascarón. He comprobado también, que cada especie tiene “pactados” unos territorios propios, que van ocupando año tras año, en periodo de cría.

Los gorriones suelen ocupar los respiraderos de las terrazas de las viviendas. Las golondrinas y vencejos construían sus nidos de barro y babas bajo los aleros de las casas, pero ahora hace tiempo que no se ve ninguno (el último que vi fue el que hicieron dentro de la casa de madera hace más de diez años). También hace unas décadas, una pareja de abubillas anidaba año tras año en uno de los tubos de drenaje del solar del vecino, pero hace ya mucho que también desaparecieron. Gorriones, vencejos y abubillas están en periodo de extinción gracias al hombre, así que, aunque ellos no lo sepan, este tiempo que estamos viviendo va a ser como un “respirador en la UCI” para esas especies.

 

En el hueco de uno de los muros del hospital, anidó hace unos años una pareja de halcones, y cada año vuelven al mismo lugar ellos o sus vástagos, así que, en periodo de apareamiento y cría, es fácil verlos juntos o por separado, colgados del cielo como guirnaldas, oteando la vaguada y utilizando las alas como viseras para protegerse del sol, en busca de conejos, pajarillos o alguna culebra que haya escapado de los jabalís.

Las tórtolas y palomas torcaces tienen su “residencia” en los pinos más altos de la montaña, aunque pasan casi toda su jornada laboral por la zona semi urbana, sobretodo merodeando el palomar del vecino como si fuese una tienda de chucherías.

Naturalmente hay bastantes más especies de aves por la zona. Los petirrojos y tifas (comunes y reales), prácticamente realizan toda su actividad entre las zarzas y malezas del barranco, donde hacen sus nidos, y es fácil por las noches, escuchar a los jilgueros y algún mochuelo que ha sido expulsado de la zona, al quitar el cableado de la luz y los postes desde donde hacían guardia, a la captura de algún ratón y sobretodo de las cucarachas.

 

Por esta época suelo ponerles a los gorriones, en el pretil de la terraza, un cacharro con agua y otro con pan remojado. Los animales van viniendo muy tímidamente a comer, hasta que alguna urraca, que también están pendientes de la apertura del restaurante, toma posesión del alimento y ellos deben huir al ciprés de enfrente de casa, mientras esperan a que el “monstruo”, que también compite con ellos en cuanto a insectos y desperdicios humanos, se sacie y les deje algo.

Las urracas tienen como territorio de cría, precisamente, el pinar de los depósitos del agua.

 

El año pasado, cuando ya los huevos habían eclosionado, observé al halcón, que sobrevolaba el pinar de los depósitos. mientras algunas urracas iban ocupando las partes más altas de los árboles. El ave rapaz hizo intención de acercarse más a las copas de los pinos, y entonces, un par de urracas salieron en busca de él, obligándolo a tomar altura. La cosa se repitió varias veces, el halcón se acercaba a los nidos, y las urracas, en grupos de dos o de tres, se lanzaban a atacarlo. La verdad es que yo no salía de mi asombro, pues siempre he considerado a las urracas como carroñeras, pero no se me había ocurrido que pudiesen amedrentar a un halcón que, se supone, un ave de rapiña. Al final, al parecer, se les acabó la paciencia a las urracas y decidieron ir a por el halcón por turnos, él retrocedía en el aire unas decenas de metros, y otra tomaba el relevo y lo acosaba. El grupo de ataque (pues ya no parecía de defensa), se multiplicó, y al final eran seis o siete las que lo acosaban, graznando amenazadoras, persiguiéndolo hasta que él, supongo que, con la dignidad en la garganta, optó por elevarse y desaparecer definitivamente de la zona.

 

Hoy ha sido uno de esos días que solemos llamar “de perros”, fresco y con lluvia, así que no invitaba precisamente a estar en el exterior y he cometido el error de entretenerme un rato mirando las redes sociales.

La cosa ha empezado calentita con la habitual “ayusada” de la Viuda Negra. Hoy iba del pelotazo de su estancia en el hotel de lujo, a la que ha puesto la guinda de compararlo con el confinamiento de Torra (Cataluña, País Vasco, Venezuela, casoplón…, lo de siempre), en el Palau de la Generalitat. Se puede ser tonta y cateta, pero si te callas lo disimulas un poco, y si vas a decir algo sobre alguien, primero entérate que los presidentes de la Generalitat tienen su residencia en el Palau de la Generalitat, con Coronavirus o sin él. Como el presidente de Euskadi en Ajuria Enea o San Telmo el de Andalucía, por ejemplo. Uno se hace cruces de lo que ha tenido que sufrir el perro de Aguirre, siendo esta inútil su portavoz. Seguro que hubiese preferido a cualquier garrapata.

La otra “cosa” ha sido la manifestación de los pijo-parásitos del barrio de Salamanca. No porque no entienda sus quejas. Como decía el Maestre, que me tiene bloqueado por rojo catalanista, están sin chacha, sin poder marchar a sus chalets de la sierra o de la costa valenciana, sus partidos de pádel y golf… Me imagino a estos patriotas pasándose wassaps “oyes, o sea ¿tú sabes lo que es una cacerola, o sea, eso que hemos de golpear hoy, o sea?” Entonces me ha dado por leer los comentarios que hacía la gente a la noticia. Cagada. Decenas y más decenas de personajes con banderita española y crespón negro en el Nick, poniendo a parir al gobierno, a los chavista-comunistas, al coletas, burlándose de “la paguita” … y claro, entras a mirar en alguna de ellas (no es difícil distinguir trolls de gente real), y te encuentras “profesión peluquera…  dependienta de mercadillo… vendedor…” y varios por el estilo.

 

¿Alguien se imagina a los gorriones ayudando a las urracas a defender sus nidos, y proteger su estirpe y estilo de vida?

 

Insisto, el ser humano se siente especie superior. 

No hay comentarios: