Historias de la Nueva Era: La deconstrucción de los miserables
Jordi Cruz, el guaperas del Master Chef, ha dicho que nunca
se lo habría planteado como opción política, pero que, si el votase en Madrid,
lo haría por el PP y la Ayuso ¿Quién lo iba a decir? ¿Quién iba a decir que el mismo
personaje que utilizaba becarios como trabajadores (la mitad de las
plantillas), a cambio de cama y comida (efectivamente, como el tío Tom y los de
su raza en los campos algodoneros del sur estadounidense), iba a apoyar a la
señora de-mente privilegiada madrileña?
Claro que, teniendo en cuenta que su argumento para acoger a
tanto becario, era que, si hubiese tenido que contratar trabajadores
asalariados, no podría mantener sus negocios ni ofrecer la calidad que
supuestamente vende, no debería extrañar a nadie.
A este “emprendedor” le importan un carajo si los ancianos de
las residencias fueron llevados a hospitales o abandonados a su suerte, los
datos del paro, la sanidad, la educación o si es la Comunidad con más
contagiados y fallecidos por el Covid. Obviamente le importan un carajo las
inmensas colas del hambre, de los miles de personas que han entrado en la
pobreza como resultado de la pandemia, y no le importan porque esa gente,
tampoco sus becarios, son los clientes de sus negocios a 120 euros el cubierto.
Junto a él, otro cocinero catalán estrellado (cuyo nombre no
recuerdo ahora ni voy a perder un minuto en buscarlo en Internet), también se
confiesa de izquierdas, y al mismo tiempo declara que votaría a Ayuso si
estuviera empadronado en Madrid.
Naturalmente esos dos ciudadanos tienen derecho a votar a
quienes deseen, aunque su opinión vale lo mismo que la mía o la de cualquiera,
por mucho que sepan freír un huevo mejor que nadie, pero que no tomen a la
gente por idiotas. Votarían al PP para defender sus intereses, única y
exclusivamente. Lo que pasa es que son unos cobardes que quieren ir de progres
por la vida, justificando su miseria moral.
“Si toda la gente en cocina estuviera en plantilla, no sería
viable” decía textualmente el susodicho, para justificar su condición de “amito
Jordi”. No hay más que añadir.
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