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sábado, 27 de enero de 2007

Biografias

La vida de las personas no se puede juzgar por el tamaño del volumen de su biografía. Algunos se encargan de llenar tanto y tanto su vida pasada que acaban convirtiéndola en el cuento de las mil y una noches.
Tal sucede con la de un personajillo inspirado en los fotogramas del "gran dictador", que cada día escribe una página en blanco haciendo caso omiso de la anterior. Niega sus hechos pasados y a la vez se arroga méritos de los demás.
Este profesor de Berckley que tiene a bien darnos lecciones de historia contemporánea y antigua, niega lo evidente, lo testimoniado, con una desfachatez que tuvo su máximo apogeo en "créanme en Irak hay armas de destrucción masiva", mirándonos a los ojos como un hipnotizador en lugar de vidente que es lo que demostró ser, porque efectivamente en este momento ya hay armas de destrucción masiva en Irak.
Los que como ratas se escondieron en lo que llamaron transición, para dar un nombre honroso a lo que fue el perdón de las víctimas a los verdugos, intentan reescribir la historia envalentonados por el corifeo habitual. Lástima para sus intereses que, aunque sea con esta mini-democracia, un voto de un ciudadano normal vale lo mismo que el de cualquiera de ellos.

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