Historias de la Nueva Era: El huevo de Colón
No hay
tarde turbia, que no mejore un café en la loma de una colina, y la ciudad a tus
pies. Si ese no sabía al mejor café del mundo, se parecía bastante.
Ciertamente,
la atmosfera estaba con ese aspecto lechoso que tiene a bien acompañarnos estos
días, pero tirando de teleobjetivo, al fondo, entre la torre Colón y una de las
del teleférico, se podía ver la estatua de Colón, con su dedo señalando a...
!!Italia¡¡ Si, se le supone que debería estar señalando a América, pero cuentan
que, a los barceloneses, se les iba a hacer muy extraño que el dedo señalase a
Las Ramblas, que es la dirección correcta del continente americano.
Yo no
sé, pero allí arriba, saboreando aquel delicioso café, algo me decía que había
que ir más allá de aquel mar mediterráneo, seguir su estela, sobrevolar la
península itálica, seguir aquel dedo que en realidad señala a oriente y, tras
atravesar desiertos, acabar en un palacio de los Emiratos Árabes, donde se
refugia el rey emérito. Hace más de 500 años que el dedo de Colón nos venía
avisando y nos lo había puesto a "huevo". Como la cosa esta.
Al otro
lado de la montaña de Montjuic, tras el espigón del puerto, una flota de
petroleros permanece atracada esperando tiempos mejores. Ahora que la gasolina
está asequible no podemos disfrutarla por estar confinados. No es una
casualidad, ambas cosas están ligadas. "Si naciste pa martillo, del cielo
te caen los clavos".
Todo se
acaba, hasta el café, así que a recogerse que mañana será otro día.
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