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miércoles, 19 de septiembre de 2012

El poder, para algunos, les sale gratis


LA MUERTE ES UNA INJUSTICIA QUE IGUALA A TODOS LOS SERES INDEPENDIENTEMENTE DE LAS BONDADES O MALDADES QUE HAYAN REPARTIDO POR LA TIERRA DURANTE SU EXISTENCIA.



Hoy que ha muerto Carrillo, cuando aquellos que en vida lo despellejaban, que le negaron la hoz y el martillo, cuando los abrazafarolas alaben su compromiso con la democracia. Otros, los de siempre, obviando las luces se dedicarán a mancillar su memoria removiendo entre las sombras y repitiendo la palabra "Paracuellos" en sus pseudo-tertulias, entre vinos y tapitas. Por eso hoy QUIERO HABLAR DE FRAGA.


Fraga, al que elevaron a los altares del santoral (algún día de estos le conseguirán un milagro para darle oficialidad), el que llamaron “padre de la patria” y “padre de la constitución” estos elementos facciosos que se cobijan en siglas de la derecha ocultando su ultraderechismo.

Fraga, al que regalan bustos y dan su nombre a instituciones gallegas en un homenaje periódico.
Fraga, que fue presidente de la comunidad autónoma de Galicia pese a haber votado en contra de la constitución de autonomías.
Fraga, el ministro que, ya muerto el dictador, ejerciendo como ministro de Gobernación ordenó (puesto que no depuró), la asesina actuación policial en Vitoria con el ametrallamiento de unos obreros que se habían encerrado en una iglesia.
Fraga, quien ejerciendo ese mismo cargo a las protestas por la violenta conducta represiva de la policía manifestó que “la calle es mía”.
Fraga, el ministro de “información y turismo” franquista que elaboró la famosa “ley de prensa” del año 1966 donde entre otras lindezas se decía: Art. 12 “todo español podrá expresar libremente sus ideas mientras no atenten a los principios fundamentales del Estado”. Fraga, el que entregó a Franco el carné nº1 de periodista.

En 1962 Julián Grimau, miembro del partido comunista, entra clandestinamente en España para dirigir la estrategia de las fuerzas opositoras a la dictadura es detenido en Madrid. Manuel Fraga Iribarne, ministro de "Información y Turismo" inicia una campaña de intoxicación informativa que escandalizó a los países democráticos de todo el mundo.

El preso fue sometido a los interrogatorios habituales, pero al parecer se le fue la mano a los torturadores quienes, para taparlo, decidieron tirarlo desde la ventana del segundo piso de la Dirección General de Seguridad. El comunicado oficial decía que el acusado se había lanzado por la ventana intentando escapar mientras estaba siendo interrogado. Pese a la gravedad de las heridas consiguió salvar su vida y tras meses de hospitalización fue encerrado en la cárcel de Carabanchel.
El 18 de abril de 1963 es juzgado en Consejo de Guerra por un tribunal en que ninguno de sus miembros tenía formación jurídica excepto el teniente defensor que tiene la carrera de derecho y desmonta fácilmente todas las acusaciones pues, no se le podían achacar delitos al preso por haber permanecido varios años en el exilio, y el tribunal no encuentra ningún testimonio que lo acuse de actos de maltrato o criminales del acusado, ni antes ni durante el transcurso de la guerra civil. El abogado defensor pidió 3 años de cárcel por su entrada ilegal al país, pero el tribunal, en solo cinco horas de deliberación lo condena a la pena de muerte.
Toda clase de personalidades internacionales, incluidos el Papa Juan XXIII y Krushev, abogan ante Franco por la conmutación de la pena por cadena perpetua. En el Consejo de Ministros solo Castiella, ministro de Asuntos Exteriores, preocupado por la reacción internacional aboga por la vida del condenado, pero Franco quiso una votación formal y explicita de todos sus ministros. La pena de muerte ante el pelotón de fusilamiento fue decidida por unanimidad y entre esos ministros estaba el “post-demócrata” FRAGA.
FRAGA, cuya obsesión en la vida fue el poder, da igual que como servil lacayo del dictador que como presidente de un gobierno autonómico con cuya existencia no estaba de acuerdo. El mismo que amenazó con hundir a cañonazos al Prestige si intentaba acercarse a la costa gallega mientras cazaba osos en el Cáucaso.
FRAGA, ESE HOMBRE CON LAS MANOS MANCHADAS DE SANGRE POR EL QUE LOS SUYOS RECLAMAN ADMIRACION Y AGRADECIMIENTO.

La realidad es que la muerte no es injusta, los injustos son los hombres que piensan que el respeto a los muertos es no hablar mal de ellos poniéndolos a todos en el mismo escalón. 


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